miércoles, 28 de julio de 2010

Cap 18



















Ya estábamos muy cansados y Adam y yo decidimos que lo mejor era volver ya a casa. Nos despedimos de Pablo, que por cierto, también vivía en Chucena, muy cerca de la calle donde estaba nuestra casa. Mi herida ya estaba completamente recuperada cuando llegamos a casa. La gente que nos vio por la calle se nos quedó mirando, a Adam porque solo llevaba unos pantalones y unos zapatos, lo que dejaba ver su magnífico cuerpo escultural, y a mi se me quedaron mirando porque tenía una pinta ridícula con la ropa de Adam, que me quedaba grande y el chaleco estaba lleno de sangre. La verdad, me habría gustado tener el poder de Pablo para poder saber que estaban pensando de nosotros.
Adam me miraba sonriendo y pasó su brazo por mi cintura al notar que yo me sentía algo nerviosa. El contacto con su suave y cálida piel me hizo relajarme. Deseé poder abrazarlo y decirle que le amaba con toda mi alma, decirle que no quería pasar un segundo de mi vida sin él.
Pasaron cuatro días y no fuimos al instituto, llamamos para decir que nos encontrábamos con dolores de barriga y que no podríamos ir esa semana. El licántropo marrón no volvió a molestarnos y Adam y yo nos divertíamos mucho por las noches (no penséis mal) correteando por los tejados de las casas y dando un paseo hasta nuestra pradera (ahora la llamábamos "nuestra pradera"  porque allí nos conocimos). La noche del viernes cenamos y nos fuimos directamente hacia la pradera. Allí nos tumbamos sobre la hierba y yo apoyaba mi cabeza en su fuerte brazo. Odiaba tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos de mi alcance. No podía soportar que nuestros labios se encontraran a pocos centímetros y no lo pudiera besar. Esto tenía que acabar. Se me hizo un nudo en el estómago, pero ya había tomado la decisión, y era irrevocable. Le miré algo aturdida y confusa, él estaba observando las estrellas. Su rostro pálido y hermoso era aún más perfecto a la luz de la luna. Me erguí hasta quedar sentada y le miré, él me respondió con una sonrisa mientras seguía tumbado. Recorrí su rostro angelical con la mirada ¿cómo podía ser tan perfecto? Y no lo digo solo por lo hermoso que era, además de eso, era súper cariñoso y bueno conmigo, le encantaban los animales, al igual que a mi, y teníamos los mismos gustos y aficiones. Nos compenetrábamos muy bien, y con solo verlo, oírlo u olerlo mi día era simplemente perfecto. Solo de imaginarlo entre mis brazos, mi corazón palpitaba enloquecido, y él lo notó.
-¿Te pasa algo? -preguntó preocupado mientras se sentaba y giraba la cabeza para mirarme. Su aliento era embriagador y único, como deseaba poder sentirlo más cerca.
-No... bueno, sí -estaba tan confundida, pero toda la confusión desapareció al ver sus hermosos ojos verdes, que solo los podía ver cuando estábamos a solas, pues el los camuflaba con su poder para no llamar la atención.
-Puedes contármelo si quieres -una sonrisa se esbozó en su rostro, pero esta fue una sonrisa para darme ánimos.
-No es algo que se pueda contar, es algo que se tiene que demostrar -se me escapó el aire en un suspiro y agaché la cabeza. Sentí su cálida mano bajo mi barbilla. Movió mi cabeza hasta que nuestros rostros se quedaron frente a frente. Podía ver la confusión reflejada en sus ojos verdes. 
Sin pensarlo dos veces pasé mi mano por su mejilla y después acaricié su pelo. Me aferré con las dos manos a su cuello y me acerqué lentamente, dándole la oportunidad de rechazarme si no me quería. Pero él hizo todo lo contrario, acarició suavemente mi pelo con una mano y la otra la puso en la parte más baja de mi espalda, atrayendo mi cuerpo hacia el suyo. Acercamos nuestros rostros aún más, ya casi se rozaban nuestros labios. Adam me agarró de la cintura y me sentó sobre él, lo que hizo que mi vestido corto se deslizara por mis piernas y dejó ver parte de mis muslos. Se quedó mirando mis piernas y soltó una risita nerviosa y jadeante, como si le faltara el aire. Volvió a mirarme a los ojos y se acercó lentamente. Su olor era aún mejor de cerca. Nuestros labios se unieron y dudé un poco pues nunca había besado a nadie. Adam movió sus labios con delicadeza y yo comencé a mover los míos. Sus labios eran dulces y suaves, sabían a gloria. Aún sin despegarnos, se tumbó en la hierba y yo quedé tumbada sobre su fuerte y cálido cuerpo. Nuestro beso aumentó y se hizo apasionado, pero ya no quería sentir solo sus labios, entonces entreabrí mi boca para saborearlo mejor aún. Cuando su lengua rozó mis labios me estremecí y un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo. Mi respiración se agitó y la suya también, podía notar su corazón palpitando bajo mi pecho. Nuestras lenguas se enredaron en un beso enloquecedor, nunca me habría imaginado besando de esa forma. Él recorrió toda mi espalda con su manos. Separé mis labios de los suyos para dejarlo respirar, y mientras él recobraba el aliento, yo desabotoné su camisa negra. Adam me sonrió y me apretó otra vez contra su cuerpo. Esta vez me permití apoyar una mano sobre su pecho para sentir todos y cada uno de sus latidos. Sus labios se posaron sobre los míos y yo pasé mi gélida lengua por sus labios para saborearlos mejor. Nuestras lenguas se unieron otra vez en un beso que deseaba que fuese infinito, que no acabara nunca. Escuché como Adam gemía de placer mientras mi lengua jugaba con la suya. Tuve que volver a separarme para dejarlo respirar. Rocé mis labios con los suyos en un breve y delicado beso. Dejé caer mi cabeza sobre su pecho desnudo, oyendo sus latidos y su respiración agitada que casi parecían jadeos.
Rodeó mi cintura con su brazos y cerré los ojos para pensar mejor en la cantidad de sensaciones que recorrieron mi cuerpo mientras lo besaba.
-Entonces... esto es lo que no se podía contar, sino demostrar. -Fue mas una afirmación que una pregunta y yo asentí- Pues te has explicado muy bien sin la ayuda de las palabras -los dos reímos.
-Si, y tú me has entendido muy bien -nos reímos otra vez.
-Te quiero -susurró besándome la cabeza.
-Y yo a ti -dije alzando mi cabeza y besando la comisura de sus labios, él se estremeció y sonreí, al parecer el contacto con mi cuerpo le producía las mismas sensaciones que a mi el contacto de su cuerpo con el mío.
-¿Por qué no me lo dijiste? -pregunté.
-Pensaba que alguien como tú no podía querer al alguien como yo -dijo con pena. Levanté mi rostro y vi que se había ruborizado, ahora estaba aún más cálido que antes.
-Pues pensabas mal, en cuanto comencé a conocerte mejor me enamoré de ti -una sonrisa iluminó su rostro por lo que yo acababa de decir y sus ojos centellearon como los de un niño cuando ven su juguete preferido.
-A mi me pasó lo mismo. Al principio ya sentía algo de atracción por tí, pero no le di mucha importancia, entonces me di cuenta de que éramos prácticamente iguales, tenemos los mismos gustos, las mismas aficiones... y entonces me percaté de que sentía algo más por ti que una simple atracción física. Si te digo la verdad, solo me he enamorado de ti, nunca he tenido novia -me quitó un peso de encima al decir las últimas cuatro palabras, pues entonces era tan nuevo en esto como yo.
-Yo tampoco he tenido nunca novio, bueno, tuve uno con cuatro años, pero no creo que a eso se le pueda llamar novio, éramos muy amigos y jugábamos a "las casitas" -soltó unas carcajadas y yo no pude evitar reirme también.
Una brisa nos envolvió, era como si estuviérmos en nuestra propia burbuja, una burbuja perfecta. Pero todo se estropeó cuando las campanadas sonaron, eran ya las cuatro de la madrugada, teníamos que volver.
-Ya es hora de volver... -anuncié sin ánimos, quería quedarme en la pradera, nuestra pradera.
-Sí... -dijo él también sin ánimos.
Me despequé de su cuerpo cálido y sentí que el frío vampírico volvía a apoderarse de mi cuerpo. Adam se levantó y abrochó su camisa. Estaba muy cansada, parecía que me iba a caer muerta de sueño mientras caminábamos. Adam se dio cuenta y me hizo una señal para que me subiera a su espalda, y así lo hice. Me aferré a su cuello con mis brazos, teniendo cuidado de no dañarle, y con mis piernas me sujeté a su espalda. Cuando llegamos a casa subió por las escaleras sin hacer el más mínimo esfuerzo, a pesar de que yo seguía enganchada a su espalda. Abrió mi habitación y me dejó con delicadeza sobre la cama.
-Adam -lo llamé cuando se disponía a salir por la puerta.
-¿Qué? -preguntó mientras se giraba para mirarme.
-Quédate esta noche conmigo -supliqué mirándolo con carita de pena.
-No sé, no sé, ¿y si me muerdes? no quiero correr ese riesgo -dijo riéndose. Ja-ja-ja, que gracioso (nótese mi ironía).
Le tiré un cojín a la cara y él corrió hacia la cama para sentarse a mi lado.
-Ten cuidado, no me vaya a descontrolar y te vaya a morder -dije irónicamente mientras volteaba mi rostro para que no me viera reir. Con sus fuertes manos agarró mis hombros y me empujó hasta que mi espalda chocó contra el cabecero. Hizo un rápido movimiento y cuando me di cuenta ya tenía su boca cerca de mi cuello.
-Tu no me morderás, pero yo a ti sí -dijo imitando la voz de los malos de las películas y posó sus labios en mi cuello. Entreabrió la boca y sus dientes rozaron mi yugular. Después fue subiendo hacia mi boca y besó mi mejilla. Sus labios se acercaron a los míos y yo no pude evitar lanzarme para besarlo, pero él apartó su rostro y besó otra vez mi cuello.
-Buenas noches -susurró mientras se tumbaba y yo le imitaba, dejando caer mi cabeza sobre su pecho.
-Buenas noches -susurré besando su cuello y él soltó una risita.
Esa fue la primera noche que dormí con Adam. No tuve sueños, pero pensé en el buen rato que pasamos en la pradera.
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Espero que les haya gustado el capítulo!!
A mi me gustó mucho, y no es porque lo haya escrito yo jejejeje ;)
Comenten y díganme que les pareció el capítulo.

4 comentarios: