jueves, 8 de julio de 2010

Cap 12
















La noche transcurrió tranquila, sin sueños ni pesadillas. Habría sido una noche perfecta, de no ser por los intensos e incesantes latidos del corazón de Adam que me mantenían en vela. Conseguí ignorarlos transcurridas unas horas, y cuando desperté, los rayos del sol transpasaban los cristales e iluminaban toda mi habitación. Fui al baño y me cepillé el pelo, que parecía un nido de lo revuelto que estaba. Bajé las escaleras y fui directamente a la cocina, me moría de hambre. Cogí varias rebanadas de pan y las tosté. Abrí la nevera y busqué la mantequilla que estaba al fondo, junto a las lechugas. Me eché un vaso de zumo de naranja y seguidamente, coloqué todo mi desayuno en la mesa, junto al televisor. Era domingo, uno de los días que más odiaba porque no tenía clases y éstas eran lo único que me mantenía ocupada.
Encendí la televisión y puse un programa llamado "Pelo-Pico-Pata". En él aparecían animales en graves situaciones de las que eran salvados por un veterinario, también se veían refugios de caballos y perros, mascotas de los famosos, etc. Mientras veía el programa, alguien llamó a la puerta. Ése olor... era Nico. Al abrir la puerta me encontré con su cálida sonrisa y sus ojos centelleantes. Tenía puesto un chaleco de tirantes blanco y unos pantalones vaqueros que le llegaban por las rodillas.
-¡Buenos días! ¿Puedo pasar? -me aparté a un lado para dejarle entrar. ¿Cómo había encontrado mi casa?
-Buenos días... -dije sin ánimos, estaba cansada y no me apetecía mucho fingir ser lo que no soy.
-¡Soy tu vecino! -me anunció muy contento, como si le hubiese tocado la lotería. Este chico tenía que aprender a controlar sus emociones.
-¡Shhh! No hables tan alto -le ordené, pues Adam seguía durmiendo y no quería despertarle. Nico frunció el ceño y después sonrió.
-¿Tienes resaca? -preguntó como si me estuviese pidiendo explicaciones.
-No, yo no bebo, -le aclaré- lo que pasa es que Adam está acostado aún y no quiero...
-¿Adam? ¿Qué Adam? -exclamó, casi gritando. Frunció el ceño y se le arrugó la frente. Apretó la mandíbula y noté como su corazón latía a un ritmo acelerado. Joder, se comportaba como un novio celoso y solo nos acabábamos de conocer. Puse los ojos en blanco y suspiré.
-Es mi compañero de alquiler. Se mudó aquí ayer -cuando se lo expliqué pareció calmarse. Se sentó en el sofá.
-Yo voy a vestirme, ¿me esperas aquí sentado?
-Claro -su cara volvía a ser la de antes, se encontraba totalmente relajado y sus ojos volvían a brillar como a mí me gustaba.
Pero cuando iba a subir, Adam estaba bajando por las escaleras. ¡Guau! ¡Qué cuerpazo tenía este chico! Solo llevaba unos pantalones cortos negros, que dejaban ver sus fuertes y pálidas piernas. Su torso desnudo era impresionantemente musculoso. Su pelo oscuro resaltaba su tez nívea. Clavó sus ojos en los míos y le sonreí como una estúpida adolescente, él me devolvió la sonrisa.
-Buenos días -dijo con su dulce voz. Cuando pasó junto a mí, rozó mi cabello con su mano y lo dejó caer rápidamente sobre mi espalda. El roce de su mano provocó un escalofrío en mi cuerpo. Me encontraba aturdida, muy confundida, ¿qué había sido ese escalofrío?
-Buenos días -dije casi sin aire. No aparté la mirada de su fornida espalada perfecta. Cuando vio a Nico, me miró durante un segundo.
-Hola -saludó Nico mientras se levantaba del sofá. Extendió su mano y Adam la agarró mientras le sonreía.
-Hola -se limitó a decir Adam. Compararlos era ridículo, Nico parecía una hormiga en comparación con mi compañero.
-Tu debes de ser Adam. -Fue más una afirmación que una pregunta. Adam asintió y se rió- Yo soy Nicolás, tu vecino, pero llámame Nico.
-Vale, Nico, ¿qué te trae por aquí? -preguntó mi compañero amablemente.
-Venía a ver a Michelle -explicó Nico con una sonrisa esbozada en su rostro.
-¡Ah, claro! Tú y Michelle sois... -insinuó alzando una ceja y mostrando sus dientes en una sonrisa pícara.
-¡No! -exclamé yo casi gritando.
-Entonces... ¿No sois novios? -esta pregunta iba dirigida a Nico, ya que sólo le miraba a él.
-No, no somos novios -afirmó algo decaído. ¡Genial! pensé irónicamente. Nico estaba enamorado de mí. Lo noté cuando le dijo a Adam que no éramos pareja y me miró con ojos tristes, casi suplicantes.
Yo era una chica entre un millón, ¿por qué narices tuvo que fijarse justamente en mí? ¿Es que acaso mi vida no era lo suficientemente complicada?
El ambiente se cargaba de tensión y no pude soportarlo. Los dos se miraban a los ojos como si estuviesen intentando leerse los pensamientos. Corrí por las escaleras y cerré mi cuarto de un portazo. Cogí un mono-pantalón corto a cuadros de colores. Me puse unas sandalias blancas y cepillé un poco mi pelo antes de recogérmelo en dos colas bajas. Cuando bajé al salón, Adam estaba sentado en el sofá mientras se comía un helado. Miré a su alrededor, pero no pude divisar a Nicolás.
-¿Dónde está Nico? -volvió la cabeza bruscamente para mirarme, parecía que le había asustado. Cuando vio que era yo, me mostró una sonrisa torcida y en sus ojos podía percibir el orgullo, como si hubiese ganado una batalla.
-Se ha ido. Tu amigo parecía estar incómodo a mi lado -soltó unas risitas irónicas y encendió la televisión.
Le había hecho algo a Nico para que se fuera. No quería discutir, y en cierto modo, me había hecho un favor, no tenía ganas de ver a nadie, aún estaba cansada.
-Le gustas -anunció Adam mientras yo me sentaba en el otro sofá. Le miré y alcé mis cejas haciéndome la sorprendida, pero ya me había dado cuenta de que Nico quería ser algo más que mi amigo, y eso era imposible.
-¿A sí? ¿Cómo te has dado cuenta? -pregunté irónicamente. Era obvio lo que Nico sentía por mí. Se comportaba como un novio celoso, y me daba igual que estuviese celoso, pero no quería que pensara que éramos novios o que él tenía algún poder sobre mí.
-Digamos que tu amigo es predecible -asentí, estaba de acuerdo. Nico era un libro abierto.
No hablamos más. Adam se fue todo el día en su coche, y yo limpié la casa para no aburrirme. Antes de irse, mi compañero se había ofrecido a ayudarme, pero le dije que no, que ya lo haría yo. Limpiar mantenía mis manos y mi mente ocupadas, lo cual era un alivio.
Me quedé dormida en el sofá, ni siquiera me bañé. Últimamente dormía mucho y me cansaba más aún.
Al día siguiente era lunes, me levantaría temprano para bañarme. Tendría que hablar con Nico en el instituto.

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