lunes, 28 de junio de 2010

Cap 9

Cuando llegué a casa estaba hiperventilando, pero no por el agotamiento sino por el lío que tenía en mi cabeza, por todas esas preguntas sin responder... Necesitaba volver, pero no en ese momento, ya había vivido demasiadas emociones fuertes. Abrí la puerta y entré en mi casa, me tumbé en el sofá y me quedé completamente dormida. Me sumergí en un interesante sueño muy nítido y real. Me encontraba en el mismo bosque al que fui esa tarde, justo donde me encontré con los lobos, y allí estaban los dos. Eran magestuosos a la vez que hermosos, el más grande de color blanco y gris, parecía ser el alfa y el otro estaba tumbado a sus pies. Tuve el atrevimiento de acercarme a ellos a pesar de lo mucho que imponían. Cuando estuve a menos de un metro de distancia pude ver sus ojos. Los del más grande y de color grisáceo eran dorados, como los topacios y brillaban como el sol, o quizás más. En cambio, el otro lobo tenía ojos apagados, de color azul tirando a gris, casi parecían grises. Ambos me miraron como si yo fuese un conejo al que tenían que atrapar y matar. Se pusieron en pie y me superaban en altura, medían casi dos metros, a decir verdad, me asustaban un poco. El lobo marrón saltó sobre mí y yo me quedé tirada en el suelo. Él estaba de pie encima mía mientras el gris se situaba a mi lado y me miraba fijamente con sus penetrantes ojos dorados. No podía moverme por el miedo, estaba paralizada, y es que no quería hacerles daño, pero ellos si querían hacérmelo a mí. Me asustaba tener a un animal así encima mía, y aunque no se tumbó sobre mí, yo sentía su peso haciendo presión sobre mi cuerpo, como si me quisiera aplastar contra la hierba. Mostró sus enormes dientes y abrió la boca para morderme la cara, estaba a pocos centímetros de mí... Y entonces me desperté con la respiración agitada. Todo había sido una pesadilla... pero fue tan real que llegué a creérmela. Me sentía terriblemente aturdida y tomé la decisión de darme un baño para relajarme. Relajarme, eso era justo lo que necesitaba. Ahora me sentía muy agitada por todo lo que había sucedido y debía calmarme. Llené completamente la bañera y al igual que la noche anterior, rocié el agua con sales de baño con olor a rosas. Traté de no pensar en nada que no fuera mi nueva casa y mi nuevo instituto. Al cabo de media hora salí de la ducha y me sequé con la toalla. Me coloqué mi pijama rojo de tirantas y pantalón muy corto. Adoraba el color rojo. Pero ahora había un problema, y es que esta tarde había dormido tanto que no tenía ganas de volver a dormir. Como el día siguiente era sábado, podía permitirme el lujo de acostarme tarde.
Cené una pizza de bacon, mi preferida. Me senté en el sofá tras comer y encendí la televisión, aunque en realidad no me apetecía ver nada. Cambié de canal una y otra vez hasta que encontré algo que captó mi atención. En el canal 2 estaban echando un documental sobre lobos y quise verlo entero. Los lobos que aquí salían eran mucho menos intimidantes y más pequeños que los que esa tarde ví. Según este documental, ahora solo quedaban dos especies de lobos, ambas protegidas, que eran: El lobo gris y el lobo rojo. El lobo rojo era el más raro de los dos.
Lobo Gris:
Lobo rojo:

Ambos eran hermosos, pero el que guardaba más parecido con los que vi era el lobo gris, aunque seguía siendo muy pequeño para tratarse de los de esta tarde. El lobo rojo tenía las orejas más grandes y era más pequeño aún. También dijeron en la televisión que los lobos vivían en manadas y que en ocasiones, como la época de celo, los grupos se enfrentaban, e incluso los miembros de una misma manada peleaban entre sí para ser el macho alfa. Pero ¿para qué me servía a mí todo esto? Las bestias que yo vi no eran simples lobos grises, no, eran más que eso. Y lo peor de todo es que yo me veía incapaz de hacerles daño. Algo en mi me decía que no les hiciera nada, pero si le hacía caso a esa voz puede que mi vida terminase y aunque ya había vivido muchos años, necesitaba hacer muchas cosas antes de morir. Me quedé dormida en el sofá y por suerte no tuve ninguna pesadilla. Cuando desperté mi estómago volvía a rugir como el día anterior en el autobús. Cogí tres magdalenas rellenas de chocolate y me las comí una a una de un solo bocado. Una cosa buena de ser vampira es que no engordaba. Después subí a mi cuarto, levanté las persianas y abrí el armario. Hacía mucho calor, el sol brillaba como nunca y como yo tenía una vista muy desarrollada tenía que ponerme gafas de sol en días como éstos, supongo que a esto se devían las historias sobre que los vampiros no salían al sol, éste último nos provocaba una leve ceguera y era muy incómoda. Me puse una camisa blanca de mangas cortas y una mini falda de color azul eléctrico. Cogí mis converses blancas y me las coloqué. Me fui directamente al baño para recoger mi pelo con una cola. Cuando bajé las escaleras me puse las gafas de sol para salir a la calle. Estaba decidida. Tenía que volver al campo del día anterior. Necesitaba ver a los lobos otra vez. Ya eran las doce del mediodía cuando comenzé a correr rápidamente hacia mi objetivo. Llegué en diez segundos, me encantaba la sensación de velocidad cuando corría a ochenta kilómentros por hora. Cuando estuve frente la pradera me inundó una oleada de pánico, por una parte quería verlos, pero por otra parte deseaba que no volvieran.
Allí estaban. Ahora eran más, seis si no me equivoco. Al fondo, cerca de los árboles, se encontraba el marrón de ojos grises, algo más cerca estaban dos lobos juntos, que parecían una pareja, uno era negro y el otro blanco y marrón. Aún más cerca había uno gris tumbado sobre la fría hierva y tras este estaba el que más llamó mi atención pues parecía un husky siberiano, pero al igual que los otros, medía dos metros. Era negro y blanco, con ojos azulados. Y finalmente, en cabeza se situaba el líder, el lobo gris y blanco. Estaba aullando, y me miró con ojos amenazantes. Todos se percataron de mi llegada a pesar de que me encontraba a más de doscientos metros de ellos. Cuando me vieron, cambiaron de postura y avanzaron dos pasos. Pero entonces se apresuraron y comenzaron a correr hacia mí. "Estúpida, estúpida" grité en mi interior, mi mente
me ordenó que saliera pitando de allí, pero no le hice caso, algo me retenía. Todo ocurrió rápidamente, pero yo lo veía todo a camara lenta. Los lobos corrían hacia mí mostrando sus fauces y rugiendo como leones. Detrás mía escuché ramas crujiendo y cuando volví mi cabeza para mirar me encontré con él. Sin duda alguna era el lobo más hermoso de todos. Tenía un color blanco con un ligero matiz dorado, y su pelaje parecía suave y sedoso. Pero lo que más destacaba de él, eran esos ojos verdes... Tan verdes que parecían artificiales, más bonitos aún que los de Nico, más hermosos que los ojos dorados del lobo gris... Y lo más extraño es que en ningún momento me asusté de él, a su lado me sentía segura. Se agazapó, dispuesto a saltar sobre mí y entonces cerré los ojos, pensé que sería lo mejor. Esperé y no sentí nada, luego decidí mirar y el lobo dorado estaba frente a mí, listo para atacar a la manada de lobos furiosos que corrían a gran velocidad, tan rápidos como yo. Cuando los otros llegaron, saltaron sobre el animal hermoso de ojos verdes y éste se deshizo de todos a bocados. Era mi momento, tenía que salir corriendo y desaparecer de allí, pero no quería dejar solo al lobo que me había salvado. Lo pensé varias veces, pero... ¿y si el lobo luchaba contra la manada simplemente porque yo era un alimento? ¿Quería comerme? o ¿Me estaba salvando la vida? Lo mejor era correr, pues era más probable que fuese mi primera idea la que el lobo tenía en mente. Yo solo era un alimento para ellos. Nada más. Huí de allí lo más rápida que pude, creo que esta vez llegué a alcanzar los cien kilómetros por hora.
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domingo, 27 de junio de 2010

Cap 8


Por fin acabaron las clases y me dirigí hacia el autobús, tenía ganas de volver a casa y comer. Mi estómago rugía de tal forma que parecía un león, si no comía algo pronto iba a ocurrir un accidente y no quería arriesgar la vida de nadie. Nico volvió a sentarse a mi lado en el autobús, pero se quedó callado. El hambre me estaba volviendo loca y ya comenzaba a notar la sangre de Nico siendo bombeada y fluyendo por su interior. Su olor me estaba haciendo la boca agua, no iba a aguantar mucho más. En todos estos años conseguí un autocontrol impresionante, ya apenas notaba el olor de los humanos y la sangre no era una tentación tan fuerte como al principio, pero todo esto cambiaba cuando tenía hambre. Cerré los puños y los dejé caer sobre mis rodillas. Apreté la mandíbula y contuve la respiración. Yo a diferencia que los humanos, podía aguantar incluso una hora sin respirar. Nico me miró extrañado por mi postura y me perdí en sus ojos. Su mirada era tan deliciosa como la misma miel y yo estaba demasiado hambrienta.
Con un gran esfuerzo aparté mis ojos de su rostro y miré por la ventana, los coches parecían diminutos en comparación con el autobús. Aunque me libré de su mirada, el olor seguía entrando por mis fosas nasales y me quemaba la boca.
-¿Te pasa algo? -la voz de Nico sonó un tanto ansiosa y preocupada. Pero no debía preocuparse por mí, sino por él mismo. Estaba corriendo mucho peligro al sentarse tan cerca, pero lo empeoró aún más cuando puso su mano bajo mi barbilla para mover mi cara y ponerla frente a él. ¡Malditos humanos! Grité en mi interior. ¿Por qué eran tan deliciosamente cálidos y olían tan bien? Era tan cálido que me quemaba la barbilla.
-No, solo tengo hambre -y en cierto modo era verdad, tenía mucha hambre, demasiada diría yo.
Pero hice mal en responder, ya que volví a respirar y el olor me inundó por dentro.
-Ten cuidado con Silvia -me advirtió. No pude evitar reírme, ¿yo? ¿tener cuidado de una mortal?
jajajajaja.
-¿Por qué? -me costó hacerle la pregunta porque se me seguían escapando carcajadas. Nico frunció el ceño y luego enarcó una ceja.
-Le gusto y es muy celosa, no quiere que ninguna chica se me acerque -me explicó. Pero en todo caso, ¿qué era lo máximo que me podía hacer? ¿pegarme? Otra vez se me escapó la risa. El golpe de un humano era para mí cosquillas.
-Tranquilo, no te preocupes por mí -volví a contener la respiración y cerré otra vez los puños apoyados sobre las rodillas.
Por fin llegó el autobús a Chucena. Me bajé rápidamente y caminé deprisa hacia mi casa. Había tomado una decisión, a partir de ahora iría al instituto en mi propio coche, era muy arriesgado ir en el autobús lleno de humanos.
Llegué a mi casa y solté la mochila sobre el sofá, corrí a una velocidad sobrehumana hasta la cocina y me preparé cuatro filetes de cerdo. Me los comí en menos de dos minutos y después me tomé una botella de dos litros de Coca-Cola. Me tumbé en el sofá, pero me aburría, tenía que hacer algo. Salí de casa y me fui a un camino que daba a diversos campos cultivados, en los que habían, viñas, olivos, naranjos, limoneros, sandías, etc. Anduve dos kilómetros más o menos y entonces oí algo a unos quinientos metros. Me acerqué hasta que estuve a doscientos metros y entonces los ví. Eran... ¿lobos? No, imposible, no habían lobos aquí, ahora estos animales solo se veían en las reservas naturales. Pero entonces... ¿qué eran? Tenían la apariencia de un lobo, pero eran tan altos como yo, o quizás más. Eran dos, uno era blanco y gris y el otro marrón caoba. El gris se subió sobre una piedra y aulló, luego fijó la mirada en mí y enseñó sus enormes colmillos. Ahora que los veía bien, no tenía ninguna duda de que eran lobos, lobos gigantes. Me parecieron preciosos, sobre todo el marrón. Éste último se había puesto en pie y venía hacia mí. Yo me quedé quieta, no quería hacerles daño. La bestia mostró sus dientes y saltó sobre mí con un tremendo rugido, yo retrocedí un paso y él cayó a mis pies. Se levantó y me lanzó un bocado a la cara, que por suerte pude esquivarlo. Comencé a correr por mi bien y por el de los lobos, no quería dañarlos, pero si me atacaban no tenía mas remedio que defenderme. Los dos me siguieron muy de cerca, corrían mucho, ya que yo iba a unos ochenta kilómetros por hora. Cuando estaba cerca del pueblo ya no los veía, habían dejado de perseguirme.
¿Qué acababa de ocurrir? ¿Qué eran esas bestias? Tenía apariencia de lobo, pero eran demasiado grandes. Y la pregunta más importante ¿por qué me atacaron?
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Ola, espero que os haya gustado el capítulo. Me inspiré en la imagen que creé hace tiempo, que es la que he puesto en este capítulo. Espero que os haya gustado mucho. Comentad por favor =(
:) Saludos!!

viernes, 25 de junio de 2010

Cap 7



La profesora de literatura se llamaba Antonia, pero quería que la llamásemos Toñi, al parecer, en los pueblos era común abreviar los nombres. Las clases se me hicieron eternas, pero claro, para mí, cuatro horas eran insignificantes, pues mi vida era muy larga. Después de estas cuatro horas de clase, nos dejaban media hora para comernos algo. Como ya estaba acostumbrada a que hubiese comedor donde nos preparaban algo en mis antiguos colegios, no me llevé mi propia comida a mi nuevo instituto. A la salida me encontré con Erika y me acerqué a ella tímidamente, no sabía que decirle.
-Hola -fue lo único que se me ocurrió.
-¿Qué quieres? -me preguntó bruscamente con el ceño fruncido. Era una estúpida, pero por otro lado, la comprendía.
-Solo quería sentarme contigo para comer -le puse una de mis mejores caras con mi más encantadora sonrisa. Ella no pudo resistirse y también sonrió, tenía unos dientes blancos y perfectos, brillaban como perlas.
-Eres nueva -lo dijo más como una afirmación que como una pregunta, pero de todos modos yo asentí.
-Me llamo Erika -dijo mientras se sentaba en una silla y señalaba una que estaba a su lado para que yo me sentase sobre ella. Le hice caso y me senté en la silla. Ella sacó una chocolatina de su bolsillo y le dio un bocado.
-Yo Michelle -ahora me sonaba algo raro mi nombre, ya que era poco común en los pueblos, pero a Erika pareció gustarle.
-Michelle... me gusta, parece nombre de francesa -a diferencia que la mayoría de la gente que había conocido a lo largo de mi... vida, ella pronunciaba perfectamente mi nombre, ya que "chelle" se decía "shel".
-A mi también me gusta el tuyo, Erika -la verdad es que me resultaba interesante su nombre, no sabría como explicarlo, pero yo habría llamado así a la típica chica mala y creída de las películas americanas.
-¿Por qué te sientas conmigo? -me preguntó sin dar más rodeos, sabía que lo preguntaría. Le sonreí y la miré como una madre mira a su hija, una mirada llena de dulzura y comprensión.
-Me pareces interesante -respondí, y era la verdad. Detrás de todas sus prendas anchas y negras se escondía alguien diferente, una persona tímida y amable. Había pasado muchos años con humanos, y aunque mi comunicación con ellos fue mínima, pude estudiarlos y sabía interpretarlos con solo mirarlos a la cara.
Ella rió irónicamente y luego suspiró, después volvió a llevarse la chocolatina a la boca y se la comió entera.
-No soy interesante... -entristeció al pronunciar estas palabras, pero luego, me miró fijamente y sus ojos resplandecieron, como si acabase de resolver un misterio- pero tu si lo eres, ¿llevas lentillas?
-No, se que mis ojos son raros, pero nunca he usado lentillas -aunque la verdad, lo había intentado varias veces, pero mis ojos hacían que se desintegraran, como si tuviese veneno, además, eran muy incómodas y me irritaba los ojos.
-Pues tienes unos ojos muy... -vaciló esperando encontrar la palabra indicada- llamativos, eso, tus ojos son llamativos.
-Gracias, lo tomaré como un cumplido -cuando dije esto, las dos nos reímos a la vez y entonces sentí un escalofrío por el roce de alguien en mi cuello, lo que hizo que me estremeciera. Detrás mía estaba Nico, que había rozado mi piel con su dedo caliente, lo cual me producía un tremendo placer. Pocas veces en mi segunda vida me había tocado algún humano, y debo reconocer que el tacto cálido de su piel rozando la mía era una sensación que me encantaba.
Lo miré y ambos sonreímos, pero Erika se quedó quieta, como una roca, es más, habría jurado que estaba muerta de no ser por el sonido de su respiración y el latido de su corazón bombeando la sangre. Por su cara pude ver que se encontraba incómoda con Nico cerca.
-¿Por qué no me has llamado para comer? -preguntó él apoyándo su mano derecha sobre la mesa y mirándome mientras esperaba mi respuesta. Llevaba un chaleco de tirantas, lo que dejaba al descubierto sus increíbles músculos.
-No te había visto y me he sentado con... -no pude terminar porque una chica apareció detrás de Nico.
-¡Nico, estás aquí! -dijo con un tono de voz más alto de lo que requería la situación, y también sonaba algo histérica. Era más bien baja, con el pelo largo y negro, pero era más corto que el mío. Tenía la piel bronceada, como las chicas que se ven en la tele anunciando un bronceador solar. Su cara era pequeña y delgada, al igual que todo su cuerpo. Sus ojos eran grandes y verdes, muy bonitos. Poseía un cuerpo delgado, pero con las curvas típicas de una mujer de veinte años. Tendría unos dieciocho años mas o menos.
-Sí, estoy aquí, ¿qué quieres? -a juzgar por el modo en que pronunciaba sus palabras, parecía molesto de que esa chica le hubiese encontrado.
-Nico, tenemos que hablar -más que una invitación pareció una orden. Nico giró la cabeza para apartar la mirada de mí y mirar con ojos de asesino a la chica.
-No, Silvia, ahora no, estoy cocupado -al parecer ella respondía al nombre de Silvia, siempre me había gustado ese nombre. El ambiente se cargó de tensión, Erika miraba hacia la mesa sin saber que hacer, Nico seguía mirando a Silvia y cada vez se percibía mejor la ira en su rostro, no podía soportarlo y decidí romper el hielo.
-Hola Silvia, yo me llamo Michelle.
-Hola Michelle, tú eres la nueva, ¿verdad? -cuando dijo nueva puso una cara de desagrado, yo asentí y ella se dio la vuelta y mientras caminaba hacia la puerta de su clase, gritó- ¡Encantada de conocerte, Michelle!
Erika también se había ido, el único que quedaba a mi lado era Nico. Lo miré, y este tenía la mirada perdida. Me levanté de la silla y me dispuse a irme a clase, el timbre de entrada estaba a punto de sonar.
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jueves, 24 de junio de 2010

Cap 6


Cuando caminábamos hacia la entrada, todos se nos quedaron mirando, bueno, la verdad es que casi todos me miraban solo a mí. La chica gótica de la parada del autobús caminaba a nuestra derecha, escuchando canciones en su mp4. Ahora que me fijaba bien, no era tan rara, solo vestía de forma extraña, su cara era normal, en forma de corazón, su piel blanca como la nieve era hermosa y sus ojos eran enormes y oscuros, muy bonitos. Apenas se apreciaba como era su cuerpo, ya que llevaba un chaleco negro, medio roto y muy ancho, conjuntado con una falda negra y ancha que le llegaba por las rodillas. Sus piernas eran delgadas y tan pálidas como su rostro, y usaba unas converse, también negras, al igual que su ropa y su pelo, recogido con dos coletas. La chica me miró fijamente y le sonreí, ella me sonrió y luego frunció el ceño y volvió a dirigir su mirada al mp4.


-Nico -cuando capté su atención me dispuse a hacerle la pregunta- ¿quién es esa chica?

-¿Esa de ahí? -preguntó señalando a la gótica con su barbilla.

-Sí -le respondí, él agachó la cabeza y luego volvió a mirarme, suspiró y cerró fuertemente los ojos para luego abrirlos.

-Es Erika, una gótica a la que todos ignoran, es muy rara -hizo una mueca de desprecio mientras me explicaba quién era, pero los gestos que hizo antes me reveló que le había pasado algo con esa chica.

-¿Qué te ha pasado con ella? -le miré con los ojos entrecerrados y una sonrisa traviesa. Él volvió a suspirar y me dedicó una sonrisa de lo más encantadora.

-Cuando estábamos en segundo de la ESO, yo le insultaba y a veces, le escondía la ropa mientras ella se bañaba tras haber dado clases de educación física. Yo lo hacía sin mala intención, para mí solo eran bromas pero a ella le sentó muy mal, incluso llegó a tener una gran depresión, desde entonces apenas se relaciona con la gente. Me siento culpable por todo lo que le hice pasar.

-Yo no se mucho sobre el tema, pero, ¿te has disculpado con ella? -él movió la cabeza en señal de negación. La verdad es que si todo lo que me había contado era verdad, había sido muy cruel con ella, sobre todo a esa edad, que es de las más difíciles de superar por los cambios ormonales, físicos, los problemas con los amigos, etc.

-Deberías hacerlo -le dije seriamente.

-No, ella ahora ha seguido su camino, y de todos modos, no quiere escucharme, cada vez que me acerco a ella, se aleja rápidamente o pone la música del mp4 al máximo de volumen -bueno, era comprensible que no quisiera perdonarle, pero yo le habría dado una segunda oportunidad, aunque claro, ¿quién era yo para meterme en sus asuntos y darle consejo? Al fin y al cabo, yo apenas sabía nada sobre las relaciones humanas.

Ya no tenía ganas de seguir hablando, de vez en cuando era bueno mantener unos minutos de silencio.

Nico y yo seguimos caminando hacia las clases y entramos en una de las primeras, ahora tenía clase de Literatura.

Cap 5


Cuando subimos al autobús, el conductor me dedicó una enorme sonrisa que mostraba sus dientes amarillos , seguramente provocado por la nicotina del tabaco, ya que a su derecha había un cenicero lleno de colillas. Todos los que estaban en el autobús me miraron fijamente, sin intentar disimular su interés por saber quién soy. El chico que me ofreció sentarme con él, me dejó elegir asiento, y como siempre, yo escogí el que daba a la ventana, me gustaba mirar el paisaje. Aún no sabía el nombre del chico, así que decidí preguntárselo.
-Esto... ¿cómo te llamas? -lo dije algo insegura, pues como he dicho ya, apenas he tenido contacto con los humanos, así que no sabía muy bien como tratar con ellos.
-Nicolás, pero llámame Nico -esbozó una sonrisa encantadora, mostrando sus dientes blancos como perlas que no podían compararse con los del conductor. Su piel era algo más oscura que la mía, parecía suave. Sus ojos eran sin duda, lo más hermoso de él, tenían un color muy bonito, como la miel derretida. Solo de pensar en la miel me humedecí los labios, tenía mucha hambre y casi todos los fines de semana me tomaba una tostada con miel- ¿Y tú?
-Mmm, Michelle -volvió a sonreirme y se acercó a mí.¿Pero qué estaba haciendo? Me aparté rápidamente hasta que mi cabeza chocó contra el cristal, por suerte no di tan fuerte como para romperlo.
-¿Qué pasa? Solo iba a darte dos besos, cuando dos personas se presentan se dan dos besos -frunció el ceño, pero sonreía a la vez. Estaba extrañado. Pero yo debía mantener una distancia, el contacto con mi fría y dura piel podría hacerlo sospechar.
-Lo siento, pero es que no me van esas cosas -le aclaré y desvié la mirada de sus ojos, para fijar los míos en mis manos, que estaban apoyadas sobre mis rodillas.
-¿Tú no eres española, verdad? -soltó unas carcajadas, y estaba totalmente segura de que si fuera humana me habría sonrojado.
-Sí, bueno, yo nací en Inglaterra, pero me mudé aquí de pequeña, así que me considero española -enarcó una ceja y me miró a los ojos.
-Pues no pareces de España, bueno, no pareces de la Tierra -no pude evitar soltar una carcajada irónica, ¿en qué puesto me dejaba eso? ¿En extraterrestre? Bueno, tal vez ser extraterrestre no era tan malo, desde siempre me había considerado una chica rara.
-Eso me convierte en extraterrestre ¿no? -comenzó a reirse mientras movía la cabeza de un lado a otro, negándo mi afirmación. Cuando por fin pudo contener la risa, comenzó a hablar.
-No, no, no me malinterpretes, me refiero a que jamás he visto a una chica como tú.-Pues claro que no la habías visto, yo no era una chica, sino una vampira- Tus ojos son muy raros, los he visto azules, pero más claros que los tuyos, parecen artificiales. Y tu pelo, brilla mucho y eres muy pálida, tu piel es como la seda, parece frágil. Tú pareces frágil.
-Jajajajaajajaja -no pude aguantarme, exploté entre carcajadas y no podía parar. ¿Frágil? ¿Yo, frágil? Jajajajaaj, me producía tanta risa que todos los del autobús se giraron para mirarme. Todos ellos eran como un trozo de papel de seda en comparación conmigo, yo era casi indestructible, y ahora aparecía un humano, un mortal, diciéndome que yo parencia frágil.
-¿De qué te ries? -me preguntó algo molesto, pero mi risa lo contagió y comenzó a reirse conmigo.
Respiré hondo y me calmé, si seguía riéndome pensarían que me había vuelto loca.
-Lo siento, me río de lo que has dicho, lo de que soy frágil -cuando le contesté se puso serio, y sus ojos se encontraron con los míos. Si no supiera que son ojos, diría que eran caramelos de miel, nunca había visto unos ojos así, si es que parecía que la boca me sabía a miel cuando los miraba.
-Es mi punto de vista, de verdad, pareces frágil -mostró una sonrisa torcida y sus ojos centellearon.
-Aunque tu lo creas, no lo soy, te lo puedo asegurar. Y ahora ¿podemos dejar de hablar de mi fragilidad? -Quería cambiar de tema, porque no sabía como explicarle por qué yo era más fuerte y resistente de lo que él pensaba.
-Tenemos que bajar ya del autobús, por cierto, ¿a qué clase vas? -uff, por fin se había decidido a cambiar de tema, en cuanto al autobús, no me había percatado de que ya se había detenido frente a la entrada del instituto.
-Voy a primero de Bachiller, ¿y tú?
-Igual, yo también voy a primero de Bachiller, si tenemos suerte estaremos en la misma clase y así no te aburrirás -se levantó del asiento y volvió a mirarme guiñándome un ojo, a lo que yo le respondí con una de mis mejores sonrisas. No había sido tan difícil mantener una conversación, al parecer se me daba bien esto de relacionarme con humanos.
Bajamos del autobús, y allí estábamos. El instituto era un edificio no muy grande, con grandes ventanas y la fachada era blanca. A la derecha estaba la pista de fútbol y la de baloncesto. A la izquierda se encontraba el gimnasio, pues sobre la puerta había un cartel donde ponía en letras rojas "Gimnasio".
No había pérdida, todo era lo suficiente grande como para ser un instituto, y lo suficiente pequeño como para que resusltase imposible perderse. Me gustó mi nuevo instituto y me dispuse con Nico a caminar hacia la puerta de entrada.
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Bueno, espero que os haya gustado el nuevo capítulo, pero ahora mismo apenas tengo seguidores y la verdad es que me gustaría tener más =D, y por favor, comentad un poco que me aburro!! xD

domingo, 13 de junio de 2010

Cap 4


A medida que transcurrían lo minutos, mi nuevo hogar me iba gustando más y más. Habían grandes ventanas repartidas por toda la casa, lo cual le daba una gran iluminación a las habitaciones. La paredes del salón eran blancas, al igual que la fachada. En él había un gran televisor, un sofá de color crema y una mesita que me llegaba a la altura de mi cintura. Todo estaba adornado con cuadros de paisajes naturales, como ríos, praderas, e incluso había uno de una playa al atardecer, iluminada por lo rayos anaranjados del sol. Frente al salón se encontraba la cocina, repleta de estanterías donde se encontraban los alimentos, un frigorífico, a la derecha estaba el horno y sobre él se encontraba el microondas. Salí de la cocina y subí las escaleras para ver el resto de mi nueva estancia temporal. A la izquierda del pasillo estaba situado el baño, a la derecha se encontraban dos habitaciones. Entré en una habitación, y me encantó. Las paredes eran celestes, como el cielo, la cama era de matrimonio, pero no me importaba dormir en una cama tan grande, junto a ésta última, se disponía la mesita de noche, sobre la que había una lámparita. Frente a la cama, estaba el armario, que era de tamaño mediano.
La otra habitación tendría que ser fantástica para que me gustase más que la otra.
Las paredes de la segunda habitación eran blancas, al igual que el resto de la casa, en ella solo había una cama individual y un armario no muy grande. Sin duda, prefería el otro dormitorio.
Ahora, lo que tenía que hacer era buscar a un/a compañero/a para compartir el alquiler de la casa. Preparé la mochila con los libros que me harían falta para el día siguiente, pues aún debía seguir estudiando. Iba a ser mi primer día en ese instituto, y la verdad es que no me asustaba, ya que apenas me relacionaba con humanos.
Durante el resto de la tarde, me dediqué a elaborar un sencillo anuncio:
Busco compañer@ para compartir el alquiler de una casa.
Requisitos:
-Ser ordenad@.
-Cumplir con las tareas domésticas.
-Ser responsable.
Interesados, preguntad en la clase de 2º de Bachillerato por Michelle Romero Anderson.
Al fin se hizo de noche y todo quedó envuelto en la oscuridad. Subí a mi cuarto y coloqué la ropa en el armario. No tardé mucho, e inmediatamente me fui al baño. Una ducha me ayudaría a relajarme. Llené la bañera hasta que el agua casi rebosaba. Me metí en la cálida agua, que olía a pétalos de rosa porqué vertí sobre ella unas sales aromáticas. Esa fragancia me relajaba, pues la rosa roja, había sido desde siempre mi flor preferida.
Tras bañarme, me sequé el pelo, lo cepillé y me puse el pijama. Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Aún podía percibir la fragancia a rosas en mi cabello, lo cual me relajó hasta que me hizo sumergirme en un profundo y dulce sueño.
Me desperté llena de energía, abrí el armario, que ahora me parecía más grande que el día anterior. Busqué algo que ponerme. Me decidí por una camiseta azul eléctrico sin mangas y unos shorts vaqueros. Me puse zapatos rojos de esparto, que por cierto, me encantaban.
Bajé las escaleras rápidamente, no tardé ni medio segundo en estár en la cocina. Me zampé una tostada con mantequilla, acompañada de un buen cola-cao, ya que no me gustaba el café.
Ya era hora de ir a la parada de autobuses para llegar a mi nuevo instituto, que estaba en un pueblo muy cercano llamado Paterna del Campo. Cogí la mochila y la colgué sobre mi hombro.
No podía correr por la calle, ya que corría el riesgo de que algún humano me pillara sobrepasando el límite de velocidad humano, jajaja. Me gustaban muchos las calles de este pueblecito, pues no había ni una casa igual, todas eran completamente distintas, a pesar de que eran de la misma calle.
Llegué a la parada de autobuses, y allí se encontraban unos veinte chicos. Todos y todas se quedaron mirándome, como si yo fuese un bicho raro, que por cierto, lo era. Entre todos ellos destacaba una chica muy extraña, iba totalmente vestida de negro, su cara estaba llena de peircings y tenía el tatuaje de una serpiente en el brazo. Sin duda, era gótica, pero yo pensaba que solo se veían chicas y chicos así en las ciudades.
Llegó el autobús, y un chico se me acercó.
-Hola, tu eres la nueva ¿verdad? -me preguntó con una sonrisa encantadora. Sin duda alguna, era el chico más guapo que había visto en mi vida, exceptuando a los vampiros que me transformaron. Su pelo era castaño claro, casi rubio, lo tenía algo despeinado y eso le daba un toque muy casual. Tenía cara de niño, aunque la musculatura de su cuerpo era la de un chico de más de veinte años. Sus ojos eran como la miel, y estaban rodeados de unas pestañas enormes y rizadas.
-Sí, lo soy -respondí lo más amigablemente que pude.
-Como supongo que aún no has hecho amigos, ¿querrías sentarte conmigo? -sus ojos resplandecieron como los de un cachorrito. Me lo pensé durante unos segundos. La verdad es que no me apetecía sentarme sola, así que asentí y los dos subimos juntos al autobús.




sábado, 12 de junio de 2010

Cap 3


Me oculté durante cuarenta años, mis padres ya habían muerto. A pesar de que yo tenía ya cuarenta años, parecía que mi edad era la de una niña de doce años. Al menos, ser vampira tenía esa ventaja, el tiempo no me afectaba igual que a los humanos. Pero claro, también era un inconveniente, ya que era muy extraño para la gente que yo nunca evejecíera.
Como mi apariencia no me dejaba independizarme, vivía con familias adoptivas. Decidí que lo mejor era no encariñarme con los mortales, pues acabarían muriendo y eso me afectaría si les cogía cariño. Cada vez que pasaban dos o tres años, cambiaba de familia, pues se empeñaban en llevarme al médico por mi problema de crecimiento. Cada vez que abandonaba una familia, debía esconderme un tiempo, y después volvía a empezar de nuevo. Mi relación con todos los humanos que me acogían era fría y distante, para que después, no nos resultase tan dura nuestra separación.
Un problema de mi lento crecimiento, era que debía pasar por el mismo curso escolar varias veces. Me fui acostumbrando, y gracias a esto, adquirí grandes conocimientos y me interesé por mis estudios. En el futuro, yo quería ser bióloga, aunque de pequeña mi sueño era ser cantante. En mi tiempo libre, estudiaba ciencias naturales de un nivel mayor al que yo daba en el colegio.
Mi vocabulario sorprendía a muchos, porque yo no hablaba como una niña de doce años, sino como lo que era, una mujer culta de cuarenta años.
Cuando cumplí los noventa años, ya aparentaba tener dieciocho y por fin pude independizarme. Durante toda mi vida había ahorrado un poco de dinero, y gracias a eso, pude sacarme el carné de conducir y comprarme un coche, que por cierto era una pasada, o al menos, a mi me encantaba, era un BMW M6. Pero claro, me gasté casi todo el dinero en el coche.
Como ya estaba arta de la ciudad, me mudé a un pequeño pueblo llamado Chucena, de la provincia de Huelva. Era un pueblo de unos tres mil habitantes, y había mucha naturaleza en él.
Como me gasté mucho dinero en el coche, no tuve más remedio que vivir en una casa alquilada, y tendría que encontrar alguna compañera o compañero para que me ayudara con el alquiler.
Cuando entré en mi nueva casa, me sorprendió lo mucho que me gustó. En la entrada había una mesa de madera y junto a ella, un enorme espejo. Durante unos segundos me observé en el cristal. Mi cabello dorado era ahora largo, me llegaba por la mitad de la espalda, de mi rostro podía destacar su palidez y los ojos de color azul eléctrico, que cada vez me gustaban más a pesar de su artificialidad. Adoraba el conjunto que llevaba, compuesto por una camisa de mangas cortas, con cuadros blancos y rojos, y un pantalón corto negro. Llevaba unas sandalias blancas.

jueves, 10 de junio de 2010

Cap 2


Cuando me desperté, me encontraba tumbada sobre el banco de un parque. Me sentía extraña.
Comenzó a llover, pero no sentía en mi piel las frías gotas de agua, y tampoco el frío viento típico de esa zona. Me decidí a abrir los ojos, pero lo hice lentamente pues la apagada luz del sol traspasaba mis párpados. Ahora lo veía todo con mayor claridad, observaba con curiosidad las motitas de polvo que giraban en torno a mi cabeza, podía distinguir cada grano de arena. Esta sensación era muy rara, no estaba acostumbrada a verlo todo con tanta nitidez.
Me puse de pie y entonces me estremecí de dolor. Mi corazón se detuvo y la sangre dejó de fluir por mis venas. Sentí un gran malestar y gemí. Comencé a jadear y me tuve que volver a sentar en el banco, respiré profundamente y expulsé todo el aire de mis pulmones. El dolor cesó a los pocos minutos y me volví a levantar.
Me miré en el espejo del escaparate de una tienda de ropa. Las marcas de las mordeduras habían desaparecido, pero mi vestido era la prueba evidente de que todo había sucedido. Estaba sucio y lleno de manchas de sangre. Mi cuerpo pesaba muchísimo menos, o al menos esa era lo que yo sentía, porque ahora podía moverme con mayor agilidad y elegancia.
Mi piel era excesivamente pálida, y las ojeras de color malva se habían acentuado. Tenía un aspecto diferente, era más hermosa que antes, pues la piel tan blanca y mi cabello dorado hacían una buenísima combinación. Mis ojos celestes eran ahora de un color azul eléctrico, era un color muy artificial pero bonito. Dispuesta a encontrar el bar donde aquella noche entraron mis padres, me dispuse a caminar. Lo encontré fácilmente, ya que sin saber cómo, recordaba perfectamente el camino.
Pegué varias veces a la puerta, pero estaba cerrada. Miré hacia el lugar donde habían estado los vampiros, pero la farola ya estaba apagada, y ellos habían desaparecido. Desesperada, comencé a llorar, y para mi sorpresa, mis lágrimas quemaron mis mejillas a medida que iban descenciendo por éstas. Me las limpié con la mano y observé mis dedos, llenos de sangre-¡Genial!- grité de forma irónica, ahora también debía evitar llorar, pues mis lágrimas eran de sangre.
Lo que necesitaba en ese instante era escuchar la cálida y dulce voz de mi madre tranquilizándome, pero no fue así. Comprendí que todo había cambiado para mí, debía huir de aquél lugar y buscar un lugar donde esconderme, pues volver con mis padres sería un peligro para ellos. Estaba segurísima de que ellos llamarían a la policía para que me buscaran, y yo tenía que ocultarme de la mejor forma que pudiera.
Cada mituno que pasaba, me sentía más fuerte y llena de energía. Caminé por las solitarias calles de Inglaterra, ya que aún eran las seis de la mañana. Sólo pude ver a diez hombres, que estaban construyendo un edificio, que aparentaba ser una gran casa. Cuando pasé junto a la obra, cayó desde lo alto un martillo. Todo ocurrió rápidamente. El hombre gritó:
-¡Cuidado! -con un tono de desesperación en la voz.
Yo alcé la mano, y pude ver cómo la herramienta caía lentamente hacia mi cabeza. Cuando estuvo a unos cuarenta centímetros, la sujeté con mi mano y evité que me golpeara. Ningún humano podría haber hecho eso.
-¿Cómo has hecho eso? -gritó el hombre desde la altura, pero entonces yo me dispuse a huir para no tener que dar explicaciones.
Por lo visto, también había cambiado mi fuerza y mi velocidad, pues ahora corría a más de setenta kilómetros por hora.
Me paré en la carretera y por desgracia un coche estaba demasiado cerca de mí, su motor rugía como un león que va a cazar a su presa, y yo, sin duda, era su presa.
El conductor del vehículo se quedó atónito, supuse que por la sorpresa no podía moverse. El coche seguía avanzando hasta llegar a pocos centímetros de mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza. Mi hora ya había llegado, lo cual era un alivio para la humanidad. Todos los momentos más hermosos de mi vida pasaron por mi mente a una velocidad increíble, la pimera vez que monté en bicicleta, mi primera mascota, mi fiesta de cumpleaños...
El vehículo estaba a sólo un centímetro de mí, y entonces susurré sin pensarlo: Gracias...
Oí un gran estruendo, pero no noté nada, tan solo algo que chocaba contra mi cuerpo. Abrí los ojos y para mi sorpresa, seguía viva. El coche estaba a varios centímetros alejado de mí, pero ahora tenía una enorme bolladura en la parte delantera... ¿lo había hecho yo? El grito de las personas que habían en la calle lo confirmaron:
-¡Es un demonio! ¡Esa niña es un demonio! -gritaba una mujer histérica mientras corría de un lado a otro.
-¡El coche a chocado contra ella y no le ha pasado nada! -volvió a chillar esa estúpida mujer.
Todos los de la calle me miraban atónitos, asustados, sorprendidos...
Lo mejor era irme, y entonces me puse a correr a una velocidad sobrenatural y desaparecí entre la multitud que gritaba escandalizada.
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miércoles, 9 de junio de 2010

Cap 1

Capítulo 1.
Lo que ahora voy a contar fue, sin duda, el suceso más importante de toda mi existencia.
Cambió mi vida por completo, era lo peor que me podría haber pasado, pero aunque os resulte extraño también fue lo mejor, pues gracias a ello ahora soy feliz y os puedo contar mi historia.
Lo primero es decir mi nombre, que es Michelle, se que es algo raro, pero a mi madre le gustaba mucho. Nácí en Inglaterra, pero con dos años me mudé a España, más concretamente a la provincia de Córdoba (Andalucía). El suceso que antes os mencioné, ocurrió justo el día de mi décimo cumpleaños, día tres de marzo, del año mil novecientos veinte.
Mis padres me llevaron de compras a las tiendas de mi ciudad natal. Era su regalo de cumpleaños, ya que el motivo de nuestra visita era comprarme lujosos vestidos en las tiendas más sofisticadas de Inglaterra, aunque si os digo la verdad, a mi no me gustaba llevar vestidos, lo hacía sobre todo por mis padres, que disfutaban mucho viéndome "tan mona" que era lo que ellos me decían. El viaje a Inglaterra también era parte del regalo, sin duda era la parte que más ilusión me hacía, pues yo apenas recordaba nada de mi ciudad natal, ya que me mudé muy pequeña.
Cuando terminamos de recorrer las mojadas e inacabables calles de Inglaterra, ya era de noche, eran las diez de la noche. Mis padres entraron en un bar para tomar algo, pero yo no tenía apetito, así que decidí tomar el aire en la calle, pues el bar olía mucha peste a cerveza y cigarrillos.
En la calle, todo estaba muy mojado, pues llovizneó por la tarde. La oscuridad se apoderaba de todo, excepto del pequeño trozo de asfalto iluminado por la tenue luz de una farola. Bajo dicha luz, se encontraban dos chicos apoyados en la pared. Su aspecto era extraño, vestían completamente de negro, lo cuál resaltava aún más su palidez. Uno de ellos tenía el pelo tan negro como su ropa, y estaba peinado para arriba. El otro, sin embargo, tenía un cabello castaño que le llegaba por los hombros. Los ojos de ambos me llamaron la atención, pues eran lo único que brillaba en la calle exceptuando la farola. Eran de color rojizo, con un matiz negro que les daba un aspecto aterrador, pero irresistible. Los dos tenían una belleza inhumana, antinatural, como los modelos que salen retocados en las revistas.
No pude evitar la tentación de acercarme a ellos, mi cuerpo se movía sin mi consentimiento. Caminé lentamente pero sin pararme en ningún momento. Cuando llegué una oleada de emociones inundó mi mente, llegué a sentirme mareada por unos segundos. El miedo se apoderó de mí, pero eso no hizo que huyera de aquél lugar, sino todo lo contrario, me quedé clavada y no moví ni un músculo. El chico del pelo negro, aparentaba tener unos dieciocho años, el otro parecía más joven, de unos dieciséis años.
El que tenía el pelo corto se acercó y extendió su mano hacia la mía. Su cara revosaba dulzura, pero sus ojos no. Sin darme cuenta el otro joven sujetó mi otra mano por mi espalda y entonces, el primero me atacó, mordiéndome el cuello. Intenté pedir ayuda, pero no podía hablar, parecía que intensas llamaradas de fuego jugueteaban en mi garganta, compitiendo para ver cuál de ellas acababa antes con mis cuerdas vocales. Entonces, por primera y única vez oí la voz del chico del cabello oscuro.
-No la voy a matar. Será como nosotros.
Entonces lo entendí todo, sangre, ojos rojos, belleza inhumana, piel pálida... Eran vampiros y querían que yo lo fuese. Todos esas historias de terror que mi tía me contaba se hicieron realidad en cuestión de minutos, no sin un gran dolor físico y psicológico...

Destino...



Bueno, lo primero es deciros que me llamo Inmaculada, pero me gusta que me llamen Inma.

He abierto este blogg para publicar mis historias, ahora mismo estoy en proceso de creación de una que se llama "Destino...".

Soy una fanática de la saga crepúsculo, de true blood, de crónicas vampíricas... en resumen, de todo el rollito gótico-vampiro. Jejejeje.

Espero que os guste mi historia.