domingo, 27 de junio de 2010

Cap 8


Por fin acabaron las clases y me dirigí hacia el autobús, tenía ganas de volver a casa y comer. Mi estómago rugía de tal forma que parecía un león, si no comía algo pronto iba a ocurrir un accidente y no quería arriesgar la vida de nadie. Nico volvió a sentarse a mi lado en el autobús, pero se quedó callado. El hambre me estaba volviendo loca y ya comenzaba a notar la sangre de Nico siendo bombeada y fluyendo por su interior. Su olor me estaba haciendo la boca agua, no iba a aguantar mucho más. En todos estos años conseguí un autocontrol impresionante, ya apenas notaba el olor de los humanos y la sangre no era una tentación tan fuerte como al principio, pero todo esto cambiaba cuando tenía hambre. Cerré los puños y los dejé caer sobre mis rodillas. Apreté la mandíbula y contuve la respiración. Yo a diferencia que los humanos, podía aguantar incluso una hora sin respirar. Nico me miró extrañado por mi postura y me perdí en sus ojos. Su mirada era tan deliciosa como la misma miel y yo estaba demasiado hambrienta.
Con un gran esfuerzo aparté mis ojos de su rostro y miré por la ventana, los coches parecían diminutos en comparación con el autobús. Aunque me libré de su mirada, el olor seguía entrando por mis fosas nasales y me quemaba la boca.
-¿Te pasa algo? -la voz de Nico sonó un tanto ansiosa y preocupada. Pero no debía preocuparse por mí, sino por él mismo. Estaba corriendo mucho peligro al sentarse tan cerca, pero lo empeoró aún más cuando puso su mano bajo mi barbilla para mover mi cara y ponerla frente a él. ¡Malditos humanos! Grité en mi interior. ¿Por qué eran tan deliciosamente cálidos y olían tan bien? Era tan cálido que me quemaba la barbilla.
-No, solo tengo hambre -y en cierto modo era verdad, tenía mucha hambre, demasiada diría yo.
Pero hice mal en responder, ya que volví a respirar y el olor me inundó por dentro.
-Ten cuidado con Silvia -me advirtió. No pude evitar reírme, ¿yo? ¿tener cuidado de una mortal?
jajajajaja.
-¿Por qué? -me costó hacerle la pregunta porque se me seguían escapando carcajadas. Nico frunció el ceño y luego enarcó una ceja.
-Le gusto y es muy celosa, no quiere que ninguna chica se me acerque -me explicó. Pero en todo caso, ¿qué era lo máximo que me podía hacer? ¿pegarme? Otra vez se me escapó la risa. El golpe de un humano era para mí cosquillas.
-Tranquilo, no te preocupes por mí -volví a contener la respiración y cerré otra vez los puños apoyados sobre las rodillas.
Por fin llegó el autobús a Chucena. Me bajé rápidamente y caminé deprisa hacia mi casa. Había tomado una decisión, a partir de ahora iría al instituto en mi propio coche, era muy arriesgado ir en el autobús lleno de humanos.
Llegué a mi casa y solté la mochila sobre el sofá, corrí a una velocidad sobrehumana hasta la cocina y me preparé cuatro filetes de cerdo. Me los comí en menos de dos minutos y después me tomé una botella de dos litros de Coca-Cola. Me tumbé en el sofá, pero me aburría, tenía que hacer algo. Salí de casa y me fui a un camino que daba a diversos campos cultivados, en los que habían, viñas, olivos, naranjos, limoneros, sandías, etc. Anduve dos kilómetros más o menos y entonces oí algo a unos quinientos metros. Me acerqué hasta que estuve a doscientos metros y entonces los ví. Eran... ¿lobos? No, imposible, no habían lobos aquí, ahora estos animales solo se veían en las reservas naturales. Pero entonces... ¿qué eran? Tenían la apariencia de un lobo, pero eran tan altos como yo, o quizás más. Eran dos, uno era blanco y gris y el otro marrón caoba. El gris se subió sobre una piedra y aulló, luego fijó la mirada en mí y enseñó sus enormes colmillos. Ahora que los veía bien, no tenía ninguna duda de que eran lobos, lobos gigantes. Me parecieron preciosos, sobre todo el marrón. Éste último se había puesto en pie y venía hacia mí. Yo me quedé quieta, no quería hacerles daño. La bestia mostró sus dientes y saltó sobre mí con un tremendo rugido, yo retrocedí un paso y él cayó a mis pies. Se levantó y me lanzó un bocado a la cara, que por suerte pude esquivarlo. Comencé a correr por mi bien y por el de los lobos, no quería dañarlos, pero si me atacaban no tenía mas remedio que defenderme. Los dos me siguieron muy de cerca, corrían mucho, ya que yo iba a unos ochenta kilómetros por hora. Cuando estaba cerca del pueblo ya no los veía, habían dejado de perseguirme.
¿Qué acababa de ocurrir? ¿Qué eran esas bestias? Tenía apariencia de lobo, pero eran demasiado grandes. Y la pregunta más importante ¿por qué me atacaron?
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Ola, espero que os haya gustado el capítulo. Me inspiré en la imagen que creé hace tiempo, que es la que he puesto en este capítulo. Espero que os haya gustado mucho. Comentad por favor =(
:) Saludos!!

3 comentarios:

  1. me encanta tu histotia, espero ke la sigas por favor, ke si no me dejas en intrigá!!!

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  2. jajajjajajja, gracias, seguiré el viernes porque esque tengo que ir a la excursion de fin de curso.
    Saludos :)

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